martes, 30 de agosto de 2011

Pérez, Miguel Angel (Guatemala 1943)





La paleta de Miguel Ángel Pérez tiene un pozo de luz que guarda dentro la mar cromática puesta a la disposición de sus criaturas serenas, gráciles y extrañas. Son pinturas de mujeres con un sello propio, el de su creador, que se sitúan en un espacio muy valioso dentro de la plástica nacional.


Nos encontramos ante un pintor que se halla en su punto alto de madurez creativa, que ha ido avanzando de manera devota, en silencio y con humildad, pero con tesón y vigor, a lo largo de varios años. No es un artista obsesionado por un tema durante algún tiempo, sino un maestro que ha demostrado que lo suyo es tarea seria y prolongada. Su interés por dibujar la figura femenina estilizada dejó de ser, hace ya más de 20 años, un ejercicio pictórico y se convirtió en una marca particular.

En la historia de la pintura universal se tiene imágenes de la mujer caníbal (las de Tupinambás, por ejemplo); imágenes de la mujer envuelta en llamas, de matronas amazonas; mujeres negras asociadas al erotismo; a las pálidas del periodo romántico o a las vigorosas gordas de Rubens. En su tiempo, pintores como Goya retrataron a mujeres de una burguesía incipiente, también del pueblo y de su propia familia; en otros periodos anteriores, los pintores se aficionaban al trazo de reinas y de damas nobles; el tema ha sido tratado desde tiempos remotos.

Miguel Ángel Pérez (Jutiapa, 1943) tiene toda una cosecha de mujeres gráciles, afables, cuyos ojos abiertos o cerrados pueblan el rostro. A un trazo suyo, la tinta corre, viaja cual mecha encendida por el cuadro hasta inflamar con fuego las mejillas. Sus mujeres tienen y no tienen maquillaje alguno: pueden portar atavíos tales como joyas en el cuello o las manos, pero éstas no llegan a constituirse en una sintomatología de la belleza ideal, tampoco se ubican en un mundo para el contrapeso de género, sino, sencillamente, son el saber hacer del pintor liberado de los dogmas sicológicos y sociales.

Cada mujer de Miguel Ángel Pérez mora dentro de ciertas leyes geométricas, pero sin pertenecer a los cánones cubistas, tampoco a los realistas. Sus cuadros se inscriben dentro de las leyes de su propio estilo, dotado éste de iluminación tonal y de una personal rúbrica que les da sencillez e inocencia, pero también un carácter sereno que se expande por todos los rincones del cuadro.

Les engendra una mirada afable, ojos grandes, cabellos abundantes, manos y dedos finos; cuellos largos, todo sugiere que se está en el altivo reino de la gacela: el sello Pérez es inconfundible.
Cada país tiene sus pintores académicos, abstractos y experimentales: la huella que va quedando en los costados de una nación es ancha y variada. Miguel Ángel Pérez es de los que trabaja en solitario, con una solidez inquebrantable; hace un trabajo de constructor empeñado en levantar su catedral esparcida en cientos de lugares, no precisamente con columnas y bóvedas, sino con figuras femeninas cuyo esplendor está concentrado en cada una de ellas, que suman miles y arman un árbol genealógico.

Desde sus primeras exposiciones, en los ochenta, fue bien recibido por las galerías y por la crítica. La prueba de fuego vino con los años, en los que ha logrado imponer su decisión; hace bastante rato dio el paso de aficionado a maestro. Su obra trasciende por una singular exploración de sus figuras femeninas, y tal exploración es sencillamente monumental: es una totalidad de unidad inmaterial creada con pasión, tenacidad y disciplina.

De él han escrito

“La frescura que emana de sus cuadros, la honestidad de su gesto, la variedad de sus composiciones, la paleta que recoge su gama cromática nos invita a recoger con ojo y corazón un Vía coloris de un apóstol de la pintura”. (Tasso Hadjidodou)
“Miguel Ángel Pérez expuso su obra por primera vez en galería El Túnel, y con mucha fuerza creadora, su pintura ha tomado un espacio en el arte nacional, siendo ésta muy expresiva y agradable a la vista”. (Íngrid Klüssmann).
“La seriedad asombrosa con que Miguel Ángel Pérez trabaja sus obras, denota una rara sensibilidad en el uso del área, con una sutil fuerza del color, textura y un gran asentido compositivo. Sus figuras surgen del magnífico empleo de sus pigmentos, con gran desenvoltura en el color que armoniza con blanco, retoma sus valores pictóricos sin artificios, con claridad y manteniendo una composición estética con las diferentes técnicas que domina y nos hace sentir la frescura que satisface la sensibilidad de todo espectador”. (Zipacná de León)
“La obra pictórica de Miguel Ángel Pérez posee características personales e inconfundibles: las forma de empleo del color, el empaste y la distribución de la figura sobre el formato han constituido, en cada una de sus creaciones, una personalidad singular. Sus estudios, efectuados en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, en los años sesenta, le incluyen dentro de una generación artística de mucha fuerza expresiva. Miguel Ángel Pérez consigue su propio distintivo en la recreación de sus sujetos”. (Guillermo Monsanto)
“Hay un pájaro que nace en el ombligo de los manantiales, su canto es de siete colores; cuando un arco iris extiende su cola por el cielo, es señal de que el pájaro está cantando. Nuestros abuelos dicen que cuando alguien ve el ave, ésta le regala el secreto de los colores. Miguel Ángel Pérez es uno de los privilegiados. Sus cuadros son musicales; en la serie de muchachas de cuello alargado casi podemos escuchar esa tonada, delgados hilos de cantos que sólo alcanzamos a apreciar en las pinceladas del pintor”. (Humberto Ak’abal)
“Apoyándose en una florida imaginación creativa, Miguel Ángel Pérez expresa sus propias emociones, adentrándose en varias disciplinas, tratando así de crear en su obra el mayor nivel de excelencia y reafirmando siempre sus más auténticos valores pictóricos”. (Luis Ortíz)

El artista
Miguel Ángel Pérez (Jutiapa, 1943), estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas.
Premios y diplomas en el IX Salón Nacional de la Acuarela y el Certamen 15 de Septiembre.
Llevaba seis exposiciones cuando Juan B. Juárez lo invitó, a finales de los años 80, a integrarse en el grupo Propuestas Alternativas, donde participaban, entre otros, Juan Francisco Yoc, Guillermo Maldonado, Jorge Félix, Doniel Espinoza, Mauro Osorio y Francisco Auyón.

Zipacná de León vio en él a un gran artista y lo estimuló a crear abstractos. Su primera exposición en ese estilo fue en galería El Túnel (1989), cuando fue invitado por Íngrid Klüssmann.
A partir de entonces vinieron múltiples muestras en la misma galería y otras como el Patronato de Bellas Artes, Fórum, El Áttico. En el extranjero, ha expuesto en Café de la Palma, Madrid.
Colectivamente ha expuesto en más de 105 establecimientos y galerías de arte de Guatemala, El Salvador, Estados Unidos y Panamá.

A la fecha ha sido invitado a participar 18 veces en Juannio y 12 en Club Rotario.
En el 2007 fue homenajeado por la Casa de la Cultura de Jutiapa, su tierra natal.













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